Uno de los mayores atractivos de Lupiana es el monasterio de San Bartolomé. Alberga un claustro, joya arquitectónica renacentista que fue diseñada y dirigida por el famoso arquitecto Alonso de Covarrubias en 1535.
El monasterio de San Bartolomé de Lupiana es el primero que levantó la Orden Jerónima en España. Fue fundado por fray Pedro Fernández Pecha y fray Fenando Yáñez quienes consiguieron que el Papa Gregorio XI reconociera esta regla en 1373 y diera la bula para construir el convento de san Bartolomé.
El monasterio se construyó sobre una pequeña ermita que fundó Diego Martínez de la Cámara, antepasado de fray Pedro, en 1330. No será hasta 1412 cuando la orden de San Jerónimo nazca en el capítulo general celebrado en el monasterio de Guadalupe, donde se decidió que el monasterio de Lupiana, fuera el General de toda la Orden.
1569 será un año clave, pues Felipe II aceptará el patronazgo de su capilla mayor, convirtiéndose desde entonces en capilla real y pasando a denominarse Real Monasterio de San Bartolomé. Al mismo tiempo, concedía el título de villa a Lupiana pero quedando bajo jurisdicción del monasterio en un señorío de abadengo de nueva creación, evitando así que el pueblo tuviera poder judicial sobre el cenobio.
El monasterio siempre contó con el favor de reyes y nobles que le concedieron numerosas gracias y mercedes, normalmente a cambio de misas por la salvación de su alma. Destaca Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona, quien amplió la primitiva iglesia, costeó una sillería para el coro y mandó ser enterrada en el templo. Su magnífico sepulcro se puede admirar en el Museo Provincial de Guadalajara.
El comienzo del ocaso del monasterio se podría situar a partir del siglo XVII hasta que en 1836 la desamortización de Mendizábal provocó que los monjes que aún vivían en él se marcharan y se integraran en otras órdenes religiosas. El edificio fue comprado por el senador Páez Xaramillo y posteriormente por vínculos matrimoniales pasó a sus actuales propietarios los descendientes de los marqueses de Barzanallana.
El monasterio albergó una importante biblioteca y una afamada escuela de música, además de un hospital para atender a los frailes y una farmacia con monje boticario mayor, boticario segundo, ayudante y hasta un mancebo para recolectar plantas.
El complejo arquitectónico consta de una iglesia y tres claustros: El claustro mayor, un claustro de ladrillo, que fue usado como jardín interior y un tercero que se encuentra en ruinas.
El claustro mayor es una de las joyas del Renacimiento Español. Fue diseñado y dirigido por Alonso de Covarrubias en 1535. Consta de planta rectangular con cuatro pandas y dos alturas, excepto en la panda norte donde aparecen tres alturas. La estructura es de arcos de medio punto en la galería inferior, de arcos mixtilíneos en la galería superior, y de arquitrabe recto o adintelado la tercera.
La decoración del claustro, realizada en la blanca piedra caliza de la zona, es plenamente renacentista. Tanto los arcos y capiteles presentan detalles ornamentales característicos de Covarrubias.
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Las galerías se protegen con un antepecho, que en el caso de la inferior es de balaustres, y en la superior ofrece una calada combinación de formas de tradición gótica.
Podemos apreciar las techumbres originales del siglo XVII con artesonado de madera con viguetas finas, todo finamente tallado.
En su pavimento quedan algunas antiguas losas sepulcrales.
En el espacio central del claustro aparece una fuente, arrayanes de boj y algunas estatuas procedentes de la iglesia.
Fue diseñada por el arquitecto vallisoletano Francisco de Pravés a finales del siglo XVI e inicios del XVII. El templo es de planta basilical, muy alargada con gruesos pilares que dividían la nave en tres tramos cortos. Un crucero no muy pronunciado servía para dar acceso a sendas puertas laterales: la del norte, al jardín, y la del sur, a los corredores que la comunican con el claustro y resto del monasterio.
La fachada principal de la iglesia, orientada al oeste, está formada por dos cuerpos, el primero a modo de arco de triunfo y el segundo con escultura de San Bartolomé bajo un arco de medio punto. Está rematado por un frontón triangular. En la parte alta de esta fachada aparece el escudo de armas de Felipe II.
En la actualidad el Monasterio de San Bartolomé de Lupiana es un espacio que alberga bodas y celebraciones y se ha convertido también en un lugar perfecto para rodar películas, series o documentales.
De hecho, sus jardines, su claustro, o su refectorio han sido escenario de películas como La Celestina (1996), de Gerardo Vera y series como La Cocinera de Castamar, La Casa de Papel, La Señora, La Otra Mirada o Águila Roja. un sitio idílico para recrear escenas cinematográficas desde banquetes medievales, a los más apasionantes duelos pasando por tórridas escenas de amor y odio. ¿Has visto alguna de estas series?
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